miércoles, 1 de octubre de 2014

Beatificación de María Ana Mogas

    Roma, 6 de octubre de 1996, María Ana Mogas Fontcuberta era beatificada en la Plaza de San Pedro por el Papa Juan Pablo II. 
Foto original del tapiz
En la homilía de la Beatificación Su Santidad nos dijo: 
    “La alegoría de la viña nos habla del amor entrañable de Dios por sus hijos. A este amor supo responder generosamente la madre María Ana Mogas Fontcuberta y dar así abundantes frutos. Ella, renunciando a una posición social acomodada, forjó, junto al sagrario y a la cruz, su espiritualidad inspirada en el Corazón de Cristo y basada en la entrega a Dios y  al prójimo con "amor y sacrificio". Fiel al ideal franciscano, mostró preferencia por los Plaza de S. Pedro, Roma 6 de octubre de 1996pobres, la capacidad de perdonar y olvidar las ingratitudes e injurias, así como la dedicación a los enfermos y a los que padecían alguna carencia. De ese modo respondió a la llamada del Señor a trabajar en su viña, con un estilo tan auténtico, que su santidad no impedía que fuera tan jovial... 
Este es el estilo que transmitió a su hijas, las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, expresado en su última exhortación: 'Amaos unas a otras como yo os he amado y sufríos como yo os he sufrido: Caridad, caridad verdadera. Amor y Sacrificio'"(Extracto de la homilía del Santo Padre, en su Beatificación, 06.10.96) 
La Beatificación ha sido precedida por una intensa preparación bajo el lema: “De camino, María Ana como tú” cuyas vivencias han sido compartidas en el acto de Acogida en el que participaron activamente los distintos grupos de la gran familia de María Ana, radicada en América, África y Europa: 
                     “Venimos de mil caminos...
                                Con frutos de mil semillas ...
                                            Con el agua de mil fuentes...”
El día 7 de octubre, en la cuna delMisa de Acción de Gracias en la Porciúncula, Asís. franciscanismo, en la Basílica de Santa María de los Ángeles, La Porciúncula, de nuevo,  nos reunimos como familia, para dar gracias por el don de María Ana a la Iglesia, al mundo, en una solemne Eucaristía presidida por Mons. Cipriano Calderón que terminaba así su homilía: 
"Nosotros aquí, con el Seráfico de Asís y con la Beata María Ana Mogas Fontcuberta, vamos a  sentirnos estimulados, comprometidos, con esa espiritualidad que caracterizaba a la Beata y por el afán de una evangelización de urgencia, de esa Nueva Evangelización, a la que nos ha convocado el Santo padre, Juan Pablo II,  Oración de los fielesde cara al tercer milenio.  Nosotros después de estas gozosas jornadas, partiremos de Asís y de Roma, dispuestos a recorrer el mundo, con la alegría del amor, del sacrificio y de la pobreza, evangelizando para anunciar a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo el nombre de Jesús, para signar su frente con la “Tau” franciscana: la cruz de Cristo Salvador y Redentor. 
Que la Madre del Divino Pastor nos guíe y asista en esta fascinante tarea eclesial. Así sea”.

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